lunes, 28 de diciembre de 2009
No te he ensuciado. Repuso la tinta. Te he vestido de palabras. Desde ahora ya no eres una hoja de papel, sino un mensaje. Custodias el pensamiento del hombre. Te has convertido en algo precioso. En efect, ordenando el despacho, alguien vio aquellas hojas esparcidas y las junto para arrojarlas al fuego.
Pero reparo en la hoja "sucia" de tinta y la devolvio a su lugar porque llevaba, bien visible, el mensaje de la palabra.
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